La experiencia es muy parecida a la de tocar un objeto muy caliente, pero los procesos biológicos son distintos.
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Cubitos de hielo |
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El hielo quema |
Como en el caso de las quemaduras por alta temperatura, el
objeto frío debe reunir ciertas características para producir daños.
Así, debe tener una temperatura baja y una conductividad térmica alta, para
que la velocidad de pérdida de calor sea mayor que la de generación de
calor en los tejidos vivos (nuestros dedos). Además, ese objeto debe
tener una gran capacidad para almacenar el calor transferido (masa
grande y alta capacidad calorífica/calor específico) y el tiempo de contacto debe ser lo suficientemente prolongado
(el gradiente térmico suele ser relativamente pequeño comparado con el
de las quemaduras por alta temperatura). Solo si se cumplen estas
condiciones se podrán producir daños permanentes en los tejidos.
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Heridas que puede hacer el hielo sobre la piel |
Lesiones producidas por el frío
La piel y los tejidos que se encuentran bajo
la misma se mantienen a una temperatura constante gracias a la sangre
que circula por ellos. La temperatura de la sangre se debe al calor
proveniente de la energía liberada por las células cuando
queman alimentos.
La temperatura corporal desciende cuando la piel
se expone a un ambiente más frío, lo cual incrementa la
pérdida de calor cuando la sangre no puede fluir con normalidad. El riesgo
de sufrir lesiones por el frío aumenta cuando la nutrición
es inadecuada o la cantidad de oxígeno es insuficiente.
Las lesiones que produce el frío, por lo
general, no se manifiestan, ni siquiera en climas extremadamente fríos,
si la piel, los dedos de manos y pies, las orejas y la nariz están
bien protegidos y no quedan expuestos al aire durante mucho tiempo.
Cuando la exposición es más prolongada, el organismo automáticamente
estrecha los pequeños vasos sanguíneos de la piel de los
dedos de las manos y los pies, las orejas y la nariz para dirigir más
sangre a los órganos vitales como el corazón y el cerebro.
Sin embargo, esta medida de autoprotección tiene un precio: como
estas partes del cuerpo reciben menos sangre caliente, se enfrían
con más rapidez.
Evitar una lesión producida por el frío
es sencillo: hay que saber dónde está el peligro y prepararse. Ponerse prendas de vestir de lana o abrigos con capucha
rellenos de plumas o fibra sintética. Como por la cabeza se pierde gran cantidad de calor,
es fundamental contar con un sombrero que abrigue.
Las lesiones provocadas por el frío comprenden
la hipotermia, el congelamiento, sabañones y pie de inmersión.
Hipotermia
La hipotermia es una temperatura corporal anormalmente
baja.
Los ancianos o los muy jóvenes son los más
vulnerables. Están particularmente expuestos los que viven solos
y permanecen sentados durante horas o días en un ambiente frío,
pues lentamente comienzan a sentir confusión y debilidad. La
mitad de los ancianos que padecen hipotermia muere antes o poco después
de haber sido encontrados. De todos modos, ni siquiera las personas
jóvenes, fuertes y sanas son inmunes a la hipotermia.
- Causas
La hipotermia se produce cuando el cuerpo pierde
calor más rápidamente de lo que tarda en quemar energía
para reponerlo. El aire frío o el viento pueden hacer perder
el calor del cuerpo por convección. El permanecer sentado o inmóvil
durante bastante tiempo sobre el suelo frío o una superficie
metálica, o bien con la ropa mojada, hace que el calor del cuerpo
pase a la superficie más fría por conducción. El
calor puede perderse a través de la piel expuesta, especialmente
de la cabeza, a través de la radiación y la evaporación
del sudor.
-Síntomas
El comienzo de la hipotermia suele ser tan gradual
y sutil que tanto la víctima como los demás no perciben
lo que está sucediendo. El movimiento se vuelve lento y torpe,
el tiempo de reacción es más lento, la mente se nubla,
la persona no piensa con claridad y tiene alucinaciones. Quien sufre
hipotermia puede caerse, caminar sin destino fijo o simplemente recostarse
para descansar y quizás morir.
-Tratamiento
En las primeras fases, ponerse ropa seca y cálida,
tomar bebidas calientes o acurrucarse en un saco de dormir con un compañero
puede contribuir a que la persona se recupere. Si ésta se encuentra
inconsciente, hay que evitar que siga perdiendo calor, se la debe envolver
en una manta seca y abrigada y, en la medida de lo posible, llevarla
a un lugar cálido mientras se prepara su traslado a un hospital.
A menudo no se le encuentra el pulso ni se oyen sus latidos cardíacos.
La víctima debe ser movilizada con suavidad porque un golpe brusco
podría producirle un ritmo cardíaco irregular (arritmia)
que podría resultar mortal. Por este motivo no se recomienda
recurrir a la reanimación cardiopulmonar fuera de un hospital,
a menos que la víctima haya estado inmersa en agua fría
y esté inconsciente.
Congelamiento parcial
El congelamiento parcial es una lesión producida
por el frío en la que algunas partes de la piel se congelan pero
no resultan dañadas de forma irreversible.
En este trastorno, las zonas de piel congeladas
se vuelven blancas y duras, posteriormente se hinchan y producen dolor.
A continuación, la piel puede desprenderse, como sucede tras
una quemadura de sol, y tanto las orejas como las mejillas pueden ser
sensibles al frío durante meses o años, aunque no presenten
lesiones evidentes.
El único tratamiento que puede aplicarse
en este tipo de caso, consiste en calentar la zona durante algunos minutos,
a menos que esté gravemente congelada. En estos casos, el tratamiento
es el mismo que para el congelamiento.
Congelamiento
El congelamiento es una lesión producida
por el frío en la que una o más partes del cuerpo resultan
permanentemente dañadas.
Es más probable que el congelamiento afecte
a quienes tienen circulación deficiente debido a la arteriosclerosis, espasmo o dificultad del flujo sanguíneo por
compresión causada por botas o guantes demasiado estrechos. Las
manos y los pies expuestos al frío son más vulnerables.
El daño que produce el congelamiento se debe a una combinación
de flujo sanguíneo disminuido y formación de cristales
de hielo en los tejidos.
Cuando la piel se congela, adquiere un color rojizo,
se hincha y produce dolor, hasta que finalmente se vuelve negra. Las
células de las zonas congeladas mueren. Dependiendo de la intensidad
del congelamiento, el tejido afectado puede llegar a recuperarse o gangrenarse.
-Tratamiento
Una persona congelada debe ser envuelta en una manta
de abrigo. Una mano o un pie congelado deberían sumergirse en
agua no más caliente de lo que una persona en estado normal pueda
tolerar (entre 37,7 y 40 ºC). No debería hacerse entrar
en calor a la víctima frente al fuego ni frotándola con
nieve. Una vez que esté a salvo, las bebidas calientes son de
gran ayuda. En cuanto a la zona congelada, debe ser lavada cuidadosamente,
secada y envuelta con vendas estériles y mantenida meticulosamente
limpia para evitar infecciones. Cuando se diagnostica un estado de congelamiento,
debe administrarse un antibiótico. Algunas autoridades recomiendan
también la aplicación de la vacuna antitetánica.
La mayoría de las personas se recupera lentamente
a lo largo de varios meses, a pesar de que, en ciertos casos, es necesario
recurrir a la cirugía para extirpar los tejidos muertos. Como
las zonas congeladas pueden parecer más extensas y graves al
principio que semanas o meses más tarde, la decisión de
amputar suele posponerse hasta que el área haya tenido tiempo
de curarse.
A menudo, una persona con los pies congelados debe
caminar hasta llegar a un sitio seguro. En la mayoría de los
casos, si es posible proteger los pies de un nuevo congelamiento, caminar
cuando están congelados es mejor que hacerlo una vez que han
sido calentados. Los pies que han recibido calor son más vunerables
a sufrir daño al caminar, especialmente sobre un suelo áspero.
Sabañones
Los sabañones (tambien llamados pernios)
son dolorosas sensaciones de frío o quemazón en partes
del cuerpo que han estado congeladas.
Se producen tras una exposición al frío,
aunque no sea muy intensa. Los sabañones son difíciles
de tratar y persisten durante años.
Pie de inmersión
El pie de inmersión es una lesión
producida por el frío que tiene lugar cuando un pie permanece
húmedo envuelto en calcetines o botas y fríos durante
varios días.
El pie se vuelve pálido, húmedo y
frío, y la circulación se debilita. Si el pie de inmersión
no recibe tratamiento se puede producir una infección. El tratamiento
consiste en calentar, secar y limpiar suavemente el pie. Es aconsejable
mantenerlo en posición elevada. Deberían suministrarse
antibióticos y posiblemente una dosis de refuerzo de la vacuna
antitetánica. En alguna ocasión, aunque raramente, este
tipo de lesiones se produce en las manos.
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